viernes, 22 de octubre de 2010

El ser creativo (VI). Primera jornada.

Pablo Herrera, primatólogo, condujo un entreacto interactivo con el público presente. A través de un experimento quiso razonar que las habilidades cognitivas que emplea un ser humano ante una situación desconocida, en este caso una asistente voluntaria, no distan mucho de la reacción inmediata por parte de nuestros parientes más cercanos, los primates. Reciprocidad, cooperación, altruismo y memoria, fueron los valores sujetos a comparación entre las dos especies.

Preciso, directo y gráfico. Así se mostró Mario Alonso Puig, especialista en cirugía general y del aparato digestivo, que asistió al congreso con el objetivo de representar la conexión entre la inteligencia y el ejercicio cerebral que la soporta. Con una fluidez verbal que acertó poderosamente a llamar la atención del público, se apoyo en anécdotas personales para definir que "no es posible medir la inteligencia porque existen nueve diferentes". Además de alentar con que "es necesario hacer buena gestión de nuestros propios errores". Para ilustrar la importancia del apoyo humano en la capacidad del individuo para desarrollarse de forma positiva, narró un experimento llevado a cabo en la facultad de Stanford. En el mismo se seleccionó a un grupo de alumnos que accedían a una sala dónde se sometían a una prueba física: ¿cuánto tiempo aguantarás con tus manos dentro de un recipiente con agua helada? Más tarde, se dividían en dos habitaciones, dónde los universitarios realizaban ejercicios de matemáticas. En la primera de ellas los encargados del experimento animaban y apoyaban a los alumnos, mientras que en la otra ejercían presión mental sobre ellos. De vuelta a la sala original, se demostró que en una segunda ocasión, aquellos que habían sido alentados en su tarea aguantaban la temperatura del agua notablemente mejor que aquellos que fueron desaprobados por los realizadores.

"Quizás muchos puedan pensar que los alimentos y la creatividad de la que hablamos en este congreso no tengan ninguna conexión pero sí la tienen. Me puse a pensar en qué estaba pasando, y me di cuenta de que la humanidad ha reducido su capacidad para pensar debido al monocultivo, al monocultivo de la mente que se ha extendido por todo el planeta". Vandana Shiva vino a planetar, no ya una cuestión alternativa, sino una perspectiva insólita hacia un problema universal. Quiso dar solución a este raciocinio del pensamiento desde los ojos de una mujer que ha visto como su país sufre, como tantos otros, la biopiratería que enriquece a las naciones del primer mundo. La filósofa, científica y escritora procedente de Dehradun expuso que los países ricos importan semillas procedentes de países en vías de desarrollo, que más tarde patentan con fines económicos. Para la cultura hindú, la biodiversidad tiene un valor incuestionable. Esta idea es difícil de incorporar en contextos ajenos a este principio, que intentó ilustrar hablando sobre "una empresa en Texas (Ricetec) que aseguraba que habían inventado el arroz Basmati...el mismo que crece desde que era pequeña en en la calle dónde vivo!"Vandana Shiva propone una solución que pocos están dispuestos a escuchar: a la hora de justificar una patente, la misma ha de incluir nociones acerca de cómo y dónde se consiguió ese conocimiento, qué fuente inspiró a su creador, etc. La negativa por parte de las naciones desarrolladas "prácticamente quiere decir que los países ricos desean robar sus inventos a los países pobres".A través de Nabdaya, organización liderada por Vandana, se ha conseguido multiplicar por tres la biodiversidad en la India.

El toledano José Antonio Marina expuso un discurso algo más sobrio y carente de novedades que los dos ponentes que le acompañaban sobre el escenario. "Hace 200.000 años se produjo la última mutación del cerebro dando lugar a una especie inquieta (la humana) que no para de crear" aseguró este filósofo, ensayista y pedagogo. Resultó curioso que dijese al público su correo electrónico personal, con el fin de recibir currículums de mentes brillantes dispuestas a colaborar con él en un proyecto propuesto por la empresa Repsol, tal y cómo explicó. Como ejemplo de actividad creadora leyó un pasaje de la novela Cien años de soledad, de García Márquez, y planteó una reflexión, ¿se puede educar la creación? "Sí, crear es un hábito y, como tal se puede adquirir mediante un proceso de aprendizaje".