jueves, 4 de noviembre de 2010

Yes, We did.

Tal y como vaticinaban las encuestas previas, esa parodia originalista que toma hábilmente su nombre del movimiento anticolonialista de finales del siglo XVIII se impuso en los sondeos legislativos durante la jornada de ayer. Un movimiento hiperbólico que nacía hace poco menos de dos años para contrarrestar la recién inaugurada ola democratizadora que guiaba al país de la mano de Barack Obama.
No es menos cierto que este ejercicio de fe artificioso se antojaba en fracaso estrepitoso por la utopía popular que la clase política y los medios quisieron trasnmitir a nivel internacional. Obama se ha encontrado con la horma de su zapato: la proyección pública que generó en una sociedad hastiada por la irreverencia republicana genera expectativas que, lamentablemente, distan mucho de ser cumplidas; en una coyuntura reticente a valorar la reforma sanitaria por encima de una tasa de paro que ronda el diez por ciento.

Este período de bipartidismo que se avecina es sólo aparente. La incursión del Tea Party como fuerza social opuesta a la clase política, lejos de condenar a la malograda campaña Demócrata, impide que los auténticos "enemigos" del presidente (tal y como se refería a los republicanos moderados con una chapuza verbal que encendía a esa caricatura en la que se ha convertido la Fox, punta de lanza de la campaña de Palin) afianzen su posición de cara a un posible gobierno de único término. El mandatario tiene dos años para reconectar con el ciudadano medio si quiere evitarlo.
“No cabe duda de que la principal preocupación de la gente hoy por hoy es la economía... la gente en todo el país no ve progreso” señaló el presidente después de la debacle en las urnas.
Heredero de una situación coercitiva que se ha agravado con el tiempo, a partir de un discurso centrado en la evolución de elementos asentados y fruto de una empresa mediática que se ha tornado en su contra. Los resultados han demostrado que Barack Obama no es el mesías. Pero eso ya lo sabíamos..¿o no?