miércoles, 30 de marzo de 2011

Because the night belong to lovers

Patti Smith (Chicago, 1946) ha declarado en la edición americana de la revista Rolling Stone que ya está trabajando en la secuela de Just Kids, la biografía ficcionada sobre su relación con el controvertido Robert Mapplethorpe. La primera entrega obtuvo el beneplácito de los críticos del New York Times, que lo consideraron "entre las mejores obras del año", y recibió el National Bok Award en la categoría de no-ficción. La madrina del punk encontró en el fotógrafo neoyorquino y en el célebre Chelsea, la quintaesencia de la poesía que coronaría en el álbum que le lanzó a la fama. Precisamente sería la portada de Horses (1975), a cargo del propio fotógrafo neoyorquino, la primera reverencia a la androginia de la cantante y la ruptura estética del intérprete femenino con la explosión sexual de su imagen pública.

Los sesenta terminaban. Robert y yo celebrábamos nuestros cumpleaños. Robert cumplía 23, y después yo. El número primo perfecto. Robert me hizo una corbata con la imagen de la Virgen María. Yo le regalé siete calaveras de plata pegadas a una tira de cuero. El llevaba puestas las calaveras. Yo llevaba puesta la corbata. Nos sentíamos listos para los años ’70. “Es nuestra década”, me dijo.

lunes, 28 de marzo de 2011

La dama gris del periodismo yankee despliega sus galones de batalla para hacer frente al it's all free de la nueva era multimedia. El afectado, no lo dudo, vuelvo a ser yo y usted y usted, lector. El New York Times ejecuta desde la pasada tarde una política viral contra la gratuidad de la versión online del rotativo a través de un marco de tarifas imposibles que sólo dejan entrever la intención de Bill Keller, su editor, de impedir el fin de la galaxia Gutenberg. Y si ésta cabecera capital vira por fases negacionistas, Radiohead se encargan de retomar ecos de la prensa tradicional sin matices con la campaña de promoción de The King of Limbs, su nuevo LP. El suspiro universal incorpora, junto a las injerentes referencias publicitarias, textos, artículos y poesías de autores británicos; y se puso en circulación por Barcelona y Madrid.

viernes, 18 de marzo de 2011

Conferencia Nacho Vigalondo - Cinejoven

Entre aplausos, el cántabro empezaba tirando de redencillas filmográficas con un guiño a su antiguo compañero: “Llevo arrastrando las mierdecillas de Cobeaga durante toda mi vida, es como un chicle en el zapato. Cuando consigo que me nominen al oscar con un cortometrajillo -por 6:35 de la mañana, 2006- y me distingo un poco, al año siguiente lo nominan a él -Éramos pocos, 2007”.
Vigalondo no llegó a terminar la licenciatura de Comunicación Audiovisual y sus credenciales académicos no impresionaban a nadie, “yo era un mal estudiante, mis notas iban de lo aceptable a lo miserable. Un día saqué un diez. No recuerdo la asignatura ni el temario. Y Borja sacó un 11, con un chanchullo del profesor. El único 11 que he visto impreso en papel. Vaya mierda”. En aquellos tiempos, recuerda, las producciones de Cobeaga eran thillers pretenciosos con carga metafísica, mientras que él se afanaba por la comedieta chusca y absurda. La indecencia de la experiencia daría la vuelta a cada figura.
“Lo que echo de menos del 95 es la inocencia. Tú montabas una idea por entonces y no tenías tantas pretensiones, no era útil. No había allí nada que la pulsión visceral de hacerlo”. Entre sus influencias se cuenta Alan Moore, guionista de historietas británico, autor de V de Vendetta, Wathcmen o From Hell. De este ideólogo toma prestada “la necesidad del artista de dar un salto irresponsable y ambiciones que le coaccionen”. Qué poco nos faltó (1993), su versión de Viven (Frank Marshall, 1993), fue este impulso y la primera piedra de una carrera que se despliega, con luces y sombras, desde hace más de diecisiete años.

En el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga, se proyectaron tres proyectos del Vigalondo primigenio. Una lección de cine (1997) es el esquema brillante del juego natural entre la idea fugaz del artista y su presencia entre el espacio que delimita el encuadre. Snuff movie (1995) es esa jodida frikada que nunca olvidan ninguno de los dos realizadores: la tentación incierta de tomar demasiado en serio algo que no te pertenece. Para ello, dos amigos y una tenaz torturada recrean el mito de las snuff movies, cintas domésticas de terror visceral en las que el sentido de la violencia real toma profundidad de campo. Empezó siendo una broma y “gracias al Festival de Cine de Zaragoza que la proyectó alertando de la falta de sensibilidad del título” y del peligro que corrían los espectadores hipocondríacos, pudo seguir siéndolo.
Pero la sorpresa estaba en el cortometraje proyectado en tercer lugar; un delirio “tarantiniano, por aquel entonces todos queríamos ser Tarantino”, que se excede en sus formas y su estructura, sin guión ni pulso narrativo, que cuenta con un Vigalondo nugatorio que hace patente la máxima del buen director sin habilidad para la actuación. El alterado cineasta se enfrenta a una escena mortuoria en la que toda acción surge de su actividad frenética y se presenta como un burdo ejercicio del director de Knoxville. Vigalondo reniega de este corto y advirtió de la imposibilidad de llegar a ver en la Red este cortometraje, del que dice que “es una especie de ensayo de 7:35 de la mañana pero en versión BETA”.
La mirada retrospectiva tenía paradoja, “tanto si os han gustado como si no, quiero transmitiros la base de mi obra: la falta de sentido común y la necesidad de olvidar todo sentido del pudor para algo que tenga valor”.

Crimen ferpecto

“Estaré toda mi vida intentando defender el humor negro en mis películas. Es un recurso infinito porque se trata de diferenciar entre la línea de lo respetable y lo que no lo es; y podemos creer que lo hemos pasado, flirtear con esta línea”. Vigalondo ya ha pagado por sus ideas geniales; al menos tanto como de ellas obtiene la fama y el reconocimiento. Al imaginario irracional del españolito medio se ha unido recientemente el tweet errante que ha vagado tristemente por todos los medios nacionales. Si algo debemos tomar en serio no es más que la pérdida de Diario cinematográfico, uno de los blogs más brillantes en español que, a consecuencia de la polémica desatada absurdamente, el propio Nacho decidió suspender. “Esperaros al de los 80 000, que ese sí que va a ser bueno. Veniros a Madrid y pasaras por Malasaña, que es dónde vivo; ahí ya os lo cuento”, respondía al aulario abarrotado cuando le pidieron que contase el chiste de los 70 000 followers en Twister.

Regreso al futuro

Pese a no apuntar señal alguna sobre Gangland, el anunciado desembarco de Vigalondo en Hollywood; o Noches transarmónicas, que dirige Cesar Velasco Broca y cuyo guión coescribió el cántabro, sí que habló de Extraterrestre, su esperado segundo largometraje que prevé su estreno para Diciembre de 2011: “Extraterrestre es una comedia romántica pero hay ovnis en la profundidad de campo. Empieza con un tío que se despierta en la cama de una tía increíble, después de una noche de borrachera, no se sabe si han follado, seguramente no. Ellos creen que son las nueve de la noche pero son las siete de la tarde. Él se va fuera del piso porque le echan. Cuando el ejército avisa de que no salgan los madrileños de sus casas porque hay una invasión alienígena, el chico decide que es su excusa para volver al piso. Se trata de eso: aprovecho un ataque extraterrestre para estar un rato más contigo”, y añadía, “parece una idea de mierda pero luego a lo largo de la película pasan más cosas”. Este título, apuntó su creador, bebe directamente de La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954).

También habló sobre la aventura americana de su ópera prima: “con Los cronocrímenes lo que ha pasado es que se ha renegociado el contrato y ahora lo lleva Dreamworks”, y añadía que “no me cuesta aceptar que va a ser mejor que la mía, me gusta pensar que mi idea es la base de algo grandioso. De eso os hablaba. Cuando me dijeron lo del contrato para hacer el remake empecé a pensar en si me invitarían al rodaje y me pagarían el avión. Ese tipo de ideas chuscas circulan en mi cabeza”.

viernes, 11 de marzo de 2011

Jolibud

El detective más castizo vuelve a la pantalla grande para salvaguardar las paupérrimas cifras de la taquilla española. Santiago Segura se ha encargado de recordárselo a la agenda mediática con ese campaña de auto-coaching, que ya ha convertido en seña de identidad de la casa (título en blanco sobre el fondo negro de la camiseta y desfile de plató a estudio). El estreno coincide con la aparición en prensa de Javier Checa, un empresario malagueño que, profeta en su tierra, se ha afanado en acoger la edición número 84º de los oscar en la capital de la Costa del Sol. En 2012, así, el Palacio de Congresos de Torremolinos sustituirá al obsoleto Kodak; y en lugar de montañeros sin gracia ni chascarrillo, ponemos a los niñatos de El Internado a presentar la gala. Lo dicho. Entre metrobús que se reencarnan en consejeros de transportes incompetentes y soluciones neumáticas que no llegan al mercado, la sociedad española ha decidido lanzarse a la opción con más futuro: la autoparodia.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Prensa gratuita (III)

La prensa gratuita es el reflejo de las nuevas necesidades informativas. La clase media de las grandes urbes exige la consideración de una "sociedad de la información gratuita". El consumidor joven -no cumple la treintena- interactua con el mundo a través de televisión, los medios digitales y la prensa gratuita. Se pregunta por qué pagar dinero por algo que puede obtener de forma gratuita o, simplemente, comienza a consumir información a partir de la explosión de este sector.
Su éxito resultó acelerado y la aparición de la prensa gratuita -junto a la recesión económica y la explosión de la plataforma digital- ha exigido a los grandes magnates de los medios escritos a reestructurar el mercado. En España, desde el año 2001 experimentaron un crecimiento que no se detuvo hasta 2009. Esta caída en la difusión de ejemplares es fruto de la desaparición de cabeceras que, a su vez, se debe a la crisis económica.
Para sus defensores, la prensa gratuita se dirige a audiencias totalmente distintas del objetivo tradicional de los periódicos de pago. Su consumo complementa esta información de forma subordinada: las cápsulas-noticia que divulga la prensa gratuita suponen una base para el lector, que completa los contenidos de su interés con los medios de pago. Éstos ofrecen la profundidad que aquellos de reparto gratuito no pueden ni pretenden transmitir. La divulgación de este tipo de periódicos, además, favorece que un mayor número de ciudadanos se convierta en consumidores potenciales de periódicos de pago o, simplemente, accedan a contenidos que, de otro modo, nunca se integrarían en su espectro informativo.
Para sus detractores, los periódicos gratuitos suponen una competencia directa para la información de pago. Éstos ven reducidos el índice de clientes debido a la explosión del fenómeno cultural que nació a principios del milenio. La misma resolución anterior sobre los nuevos límites del ciudadano para acceder al conocimiento tienen su aspecto negativo. Expertos e intelectuales afirman que la banalización de la cultura y el espejo trivial de la realidad sólo puede provocar ciudadanos que, si bien otrora eran ignorantes, ahora se sumergen en un consumo informativo que le acerca al paralelismo político y degenera en un mayor grado de manipulación de la sociedad: si antes mi visión la conformaba mi entorno, ahora puede configurarla una divulgación sesgada de un realidad superior.

Prensa gratuita (II)

Características de la prensa gratuita

El principio del sector se basa en la financiación de a través de la venta de espacios a los anunciantes. La publicidad es la única fuente de ingresos para la prensa gratuita. Obviamente, este modelo de negocio va a condicionar toda su configuración y su funcionamiento. La peculiaridad de este tipo de diarios radica, además, en las siguientes características:

1. Realizan grandes tiradas para llegar a un número muy elevado de lectores. En 2010, la tirada media del conjunto de periódicos gratuitos en España superó los 2,1 millones.

2. Apuestan las ediciones locales en perjuicio de los estatales. De hecho, no cubren todo el territorio español sino que se limitan a la distribución en las grandes ciudades. El por qué de este apartado remite, de nuevo, al peculiar modelo de financiación de esta prensa. El objetivo es posicionar el diario como un medio factible de promoción para los anunciantes locales. Además, la edición local permite acceder a la cercanía del lector.

3. El modelo informativo se orienta hacia el entretenimiento y el impacto para atraer al lector. En sus páginas predominan los sucesos, las trivialidades y las referencias anecdóticas en detrimento de la llamada "información dura" sobre política, cultura y economía. Qué! es el mayor exponente nacional de esta faceta eminentemente negativa de la prensa gratuita.

4. Suelen contar con un número reducido de páginas. En sus orígenes, el diario Metro se acercaba a las 50 páginas diarias pero en la actualidad estos ejemplares no exceden de las dieciseis o dieciocho páginas.

5. El contenido comercial adquiere, en la mayoría de las ocasiones, mayor peso que el informativo. Los portadas suelen ser precedidas por una primera página comercial y la información se distribuye en "cápsulas".

6. Consumo rápido. Su lectura gira en torno a los veinte minutos. Tienen una vida útil muy limitada.

7. Se suele consumir por la mañana y está estrechamente relacionado con la clase media urbana que circula en transporte público.

8. El apartado anterior, su configuración y contenido facilitan que tenga buena aceptación entre la audiencia joven.

9. Se edita únicamente durante la semana laborable. Sin embargo, la UNESCO establece que cualquier publicación que iguale o supere la periodicidad de cinco días a la semana puede denominarse diario.

martes, 8 de marzo de 2011

Prensa gratuita (I)

Hoy, miércoles 9 de Marzo de 2011, el más tardío de los periódicos gratuitos que circulan por España, ADN, cumple cinco años de vida. Si bien la referencia a estos representantes de la vida mundana y cotidiana resulta anodina y tan falta de interés como el que suscita un ejemplar de Qué!, reorientado hacia labores de limpiabarros en un día lluvioso; lo cierto es que este fenómeno cultural que llegó a España hace apenas diez años, es uno de los más eficaces baremos de la nueva sociedad de la información y los hábitos contemporáneos de consumo.

Trayectoria y expansión

Su origen se remonta a la década de los 40 en los Estados Unidos. Fue en esta época cuando se inscribe el primer antecedente de la prensa gratuita que, en la actualidad, sigue operando bajo la cabecera de ContraCosta Times. Pero no fue hasta finales de los setenta cuando esta idea fenómenal adquiere mayores cotas de popularidad en Norteamérica. Pese al retraso consecuente, cabe destacar que, en este sector, España se convirtió en 1992 en pionero europeo de las nuevas formas de la prensa con la la publicación de Minidiario; éste diario sigue, a día de hoy, restringido únicamente al ámbito de la Comunidad Valenciana.

El salto hacia la prensa gratuita actual lo darían Barcelona y más y Madrid y más, prototipos del diario 20 minutos. El periódico sueco Metro directo llegaría poco después y acabaría cerrando en 2009. En 2005 nacería Qué!, paradigma nacional de la prensa gratuita, tal y cómo abordaremos después. En 2006, ADN comenzaría a difundirse a nivel estatal.

viernes, 4 de marzo de 2011

Guía del autoestopista académico (II)

Allá se estrenaba el Valor de Ley de los Cohen. Hailee Stainfeld quedaba "descubierta" -quizás con demasiado apremio-, y estos inseparables de la vanguardia filmográfica desmerecían los comentarios que provocó su última andanada, la ya remota Quemar después de leer (2008), para maravillarnos con la reinvención del género y, de paso, terminar de tocar todos los palos. Iciar Bollaín compone una maravillosa sinfonía metahistórica, dónde los vastos espacios americanos cobran también un papel destacado en simposio fílmico. Los entendidos patrios no estaban dispuestos a permitir la falta de insolencia de la vicepresidenta que, si bien, no contribuyó de manera honesta al escándalo antidescargas que enturbió la gala de los Goya, tampoco acertó a definirse de forma tajante frente a De la Iglesia. En América, ningún académico inmovilista, valga la redundancia, vió con buenos ojos que alguien se adelantase a observar que un falso remake -la original de Hathaway (1969) realiza una adaptación libre del texto de Charles Portis, mientras que los hermanos cineastas retoman la adaptación por dónde termina el libro, sin detenerse en estaciones medias como las limitaciones made in western o el título que entregó a John Wayne su única estatuilla dorada- podía, siquiera, atentar contra el legado de la primera incursión activa de la figura femenina en el hermético universo de los vaqueros y su testosterona.

Sus convicciones políticas y, por qué no decirlo, su mal ojo a la hora de gestionar la crisis política que desembocará en la salida de la Academia del mejor presidente que hemos tenido en los últimos años; negaron a Álex de la Iglesia la oportunidad de coronar esa puta locura y esa hermosa aventura que configura Balada triste de trompeta (2010). Y es que la mano negra que ensombrece la internacionalización de nuestro cine y su buena salud, que se hace fuerte en una recaudación en taquilla -que roza el absurdo- aunque no dé cuenta de todo lo que hay detrás: no resta credibilidad a consagrados como De la Iglesia, Almodóvar o Trueba; y debutantes como Trapé, Chapero Jackson o Vigalondo. Son artesanos del arte en pantalla grande y, lo que es más importante, profundizan en un concepto que, por raíz, historia y diálogo, se acerca al cine de autor. Álex de la Iglesia es uno de los mayores exponentes de esté fenómeno: puedes amarlo u odiarlo, pero en ninguna otra parte del mundo, baile quien baile detrás de la cámara, podrás ver el cine que hace este señor rechoncho. La versión yankee del despotismo académico la protagoniza la versión, a cara de perro, del mayor fenómeno cultural y tecnológico del nuevo milenio. A nadie sorprende que esta combinación majestuosa de talento titulada The social network (David Fincher, 2010), haya fracasado en la ceremonia de los premios más populares del cine americano. El problema de la Academia es que arrastra veinte años de retraso cultural y, por ello, la labor de gigantes como Buñuel declaraba la etiqueta de moderno y, evidentemente, peor que lo anterior.

No menos jugoso resulta el paralelismo entre esa joya claustrofóbica que parió el, ahora en boca de todos, Rodrigo Cortés, Buried; y el nuevo episodio publicado por Danny Boyle de sus memorias filmográficamente autodestructivas. Nadie discute que ambas comparten la ambición y el buen hacer de sus directores para controlar el pulso narrativa de sus respectivos títulos. Cortés pagó cara su insolencia comercial el pasado domingo 13 de Febrero. En tiempos de desestructuración formal dentro del cine patrio, rodar en inglés una de las mejoras y más arriesgadas apuestas de los últimos años y vender el título a medio mundo antes de que llegara a nuestras pantallas se puede malinterpretar como una canallada. Pero la lección no la debe aprender el gallego -que, por la cuenta que le trae, ya debería ir diciendo que nació en Wisconsin-, sino la cúpula administrativa de la Academia. Juan Carlos Fresnadillo ya está reventando la taquilla estadounidense con Intruders, protagonizada por Clive Owen y Cortés acaba de finalizar el rodaje de Red lights en la ciudad condal, con Robert De Niro en el reparto. Quizás es que la nueva generación ha salido desobediente y se hartó de los problemas de financiación y distribución que plantea el mercado español. Al otro lado del charco, Boyle imprime nuevas secuencias en el imaginario colectivo del americano medio con 127 horas. Aseguraba el realizador que "sin no fuera por el trabajo de James Franco, ésta película habría sido una mierda". Gracias a Dios, entonces. El, otrora, realizador de Trainspotting (1996), adaptación homónima de la novela Irvine Welsh, creyó que volvería a tomarnos el pelo como ya hizo hace un par de años y, lo que es áun más preocupante, logró la nominación en la categoría de mejor película. No cabe desmerecer su mérito pues, si la validez de una cinta comercial se mide, entre otras cuestiones, por su capacidad para ejercer un legado sólido en la conciencia del espectador, tal y como ocurre, la película protagonizada por el presentador de esta ceremonia tiene muchas papeletas para entrar entre las mejores del año. Personalmente, sería incapaz de olvidar ese ademán del personaje por autosatisfacerse sexualmente con el brazo no-cangrenado que le resta. Sin olvidar, además, que Boyle cierra uno de los product placements más efectivos y descarados de la trayectoria del fenómeno publicitario con un hombre sediento, una imagen acelerada a través del desierto y una botella de Gatorade.

Y es que, como decía Herman Hesse, autor suizo; responsable, entre otros, de Siddhartha y Demian, "el verdadero humor empieza cuando ya no se toma en serio a la propia persona".

martes, 1 de marzo de 2011

Guía del autoestopista académico (I)

A excepción de Brando, George C. Scott, Fernán Gómez y un puñado más de rara avis del séptimo arte entre los que no se incluye el abajo firmante, todo buen aficionado al cine y alguna que otra presa del marujeo disfrutó de las 127 horas de aburrimiento, tal y como se excedía Tim Goodman -crítico televisivo norteamericano-, que prestaron la penúltima exhibición del show americano.
Pero es que todavía nos toca meter el rabo entre las piernas y criticar las películas que nos merecemos. El discurso del rey venía labrándose en los medios la imagen de filme hecho a medida. Actuaciones correctas, prudentes. Una historia sobria de superación, ligera en su forma y su contenido. El tartamudeo del rey roza el absurdo y se convertía en carne de espectador distante, contemplativo. Precisamente sería el representante real el encargado de pronunciar las palabras malditas. Cuando Colin Firth mencionó a Harvey Weinstein en la tanda de agradecimientos más de uno se humedecía los labios y sonreía; porque, una vez más, el Gran Hombre demuestra que en Hollywood el negocio es arte y que si detrás de la elegancia del método existe un producto válido para ofrecer al público, mejor. Cámara en mano, Tom Hooper, un realizador sin talento, afanado en lucir lo contrario a través de un exceso de angulares; un hombre y un oficio: el de no cagarla sonoramente con tanto atractivo. De entre tanto pastizal, Geofrey Rush se impone como el elemento discordante, pero con Bale entre los nominados poco cabe reprochar a la resolución.
Y todavía algún imbécil advertía, en vísperas de la ceremonia, que Bardem apuntaba a favorito; y tirando de orgullo patrio (en sentido contrario), habrá que entender que su papel de desgraciado en la, aún más, desdichada Biutiful -una raya en el agua de la filmografía de Iñarritu- no justificaba la ausencia de Leonardo Di Caprio entre los nominados a mejor actor principal. Nada nuevo; ya tuvimos nuestra dosis de académicos gilipollas hace un par de semanas. Es más, allí lo hacen hilando fino, nada de brocha gorda. Cómo sino algún crítico de renombre se ha dado por satisfecho con los resultados.