“Las lágrimas que se ven en la película son verdaderas”, decía la actriz en una de sus últimas entrevistas públicas en 2007. Maria Schneider ha muerto esta mañana debido a una larga enfermedad, según informa su familia. La actriz y música, de 58 años, no consigue, ni en sus obituarios públicos, quitarse la espina de Brando. Porque dicen los entendidos que la buena película tiene que enseñar algo, pero lo de la mantequilla se podía haber hecho de otra manera. El último tango en parís (Bernardo Bertolucci, 1978) fue su trampolín y sería su cruz durante toda su carrera y, ya en estos tiempos que corren, siendo de sobra conocidos los apabullantes avances en lubricantes y juguetes varios, no deberíamos perder la ocasión de perdernos en sus ojos.
jueves, 3 de febrero de 2011
Tenía una mirada lasciva
Y, franca e injustamente, no pueda imaginarla de forma alguna que no sea luciendo esa bendita desnudez. Creo que Dylan le cantó en like a rolling stone y sé, de buen chivato, que ella no hubiera fingido en Je t’aime…moi non plus. Y sin embargo quisieron que fuese una puta. Maria Schneider poseía una belleza sin un ápice de formalidad. Pelo enmarañado y una sonrisa que iba y venía con la misma facilidad que lo hacen los recuerdosd. Como ángel de esa vida insana y peligrosa, debería haber vivido para siempre con veinte años. No quiso convertirse en un mito más de esta cultura pordiosera que satisface su lívido y se redime de la mierda ególatra que nos baña creando lolitas de porcelana.
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